miércoles, 8 de diciembre de 2010

Justificar lo injustificable

Menudo lío han montado los controladores aéreos abandonando sus puestos de trabajo, sin previo aviso, en vísperas del puente de la inmaculada, y dejando así, tirados, a mas de medio millón de viajeros. Se han convertido así en el colectivo mas odiado en el estado español, que sumido en una profunda crisis, ve a este sector privilegiado como a unos niños de papá con una pataleta. Y yo aprovecho todo este lío para plantear que muchas veces las formas son tan importante o mas que el fondo. No se en este lío quién tiene razón e incluso esto me parece lo de menos. Quizá los controladores ( y esto no lo sé) tengan razón en alguna de sus reivindicaciones pero la cuestión es que, ya se trate de incumplimientos laborales o de mejorar (aún más) sus condiciones de trabajo, el abandono del puesto de trabajo sin previo aviso no es forma de reivindicar nada sino mas bien un motivo de despido. Y es que para los incumplimientos laborales están las demandas ante los organismos competentes como la inspección de trabajo y los tribunales de justicia, y para cualquier reivindicación es legitimo el ejercicio del derecho a la huelga reconocido en la constitución. Pero, para el ejercicio de dicho derecho hay que cumplir unos requisitos formales como son la solicitud previa a la autoridad laboral competente y el establecimiento de unos servicios mínimos. Sin embargo, esto no se ha hecho así. ¿Por qué? Quizá porque de haberse hecho así no se habría producido el caos que han ocasionado y la repercusión habría sido mucho menor. Han utilizado a la ciudadanía para hacer mas fuerza en sus reivindicaciones laborales causando un perjuicio a miles de personas que deberían ser ajenas a este conflicto laboral, cuya solución deben buscarla las partes afectadas, sin perjudicar ni involucrar a terceros. Por ello los controladores han perdido toda razón y credibilidad y ahora se intentan justificar en blogs y medios de comunicación. La legislación prevé medios para solventar los conflictos laborales, y el abandono masivo de los puestos de trabajo no es uno de ellos. A veces las formas son cuando menos tan importantes como el fondo, que no traten de justificar lo injustificable.

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